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Nuestra Historia


Nunca pensé que los olivos, eternos en el paisaje de mi recuerdo, iban a significar tanto en mi vida.

Aceite, en nuestra voz, en nuestro coro, con íntima suavidad poderosa cantas; eres idioma castellano: hay sílabas de aceite, hay palabras útiles y olorosas como tu fragante materia. No sólo canta el vino, también canta el aceite, vive en nosotros con su luz madura y entre los bienes de la tierra aparto, aceite, tu inagotable paz, tu esencia verde, tu colmado tesoro que desciende desde los manantiales del olivo.

Nuestra historia nace, como supongo que todas las historias, de una ilusión. Pero una ilusión y una apuesta que nació mucho antes que nosotros.

¿Dónde buscar los inicios cuando siempre el aceite ha formado parte de una historia familiar?

Durante los años 30 y 40 en la zona norte de Granada, Sierra de Castril, la mayoría de familias poseían tierras con olivos. Aquí cada año, a las puertas del invierno, con las llegadas de los fríos, el fruto del olivo llegaba a su punto de madurez. Las familias se guardaban el aceite necesario para pasar el año y el resto se vendía a las varias almazaras que poblaban la zona. Además de ser fuente de ingreso y sustento, el aceite de oliva durante generaciones ha marcado una identidad y una cultura propias, que determinan e imprimen un carácter particular en nuestro paisaje y paisanaje.

En nuestros relatos familiares contados alrededor de una brasero de ascuas, siempre se han escuchado las historias de la recolección de la aceituna o de cuando los viñedos rodeaban el pueblo, antes de la filoxera. Bisabuelos y abuelos, hijos y nietos, al llegar la Navidad habían de recoger la aceituna. Ese momento ha formado parte de nuestra familia desde donde hay memoria.

Alrededor de los años 80, nuestro padre Antonio, decidió apostar por la agricultura y ganadería de forma profesional. Quisieron quedarse en el campo en un momento de abandono del mundo rural hacia las grandes ciudades, y convertir una tradición familiar en un modo de vida. Compaginando los olivos con los almendros y sintiendo que el cultivo de la vid debía volver a estas tierras, creó la base y los cimientos de lo que es hoy La Finca de Los Arenales.

En los años 90 toda la explotación agrícola pasa a ser de producción ecológica. Siendo una de las primeras de la zona. Es aquí donde aparece nuestro carácter diferencial que ha marcado nuestra trayectoria desde entonces.

Es ahora, habiendo enraizado nuestras alas y echado a volar nuestras raíces, siempre con la ayuda y aliento de nuestras familias, cuando decidimos crear nuestra propia marca y comercializar nuestros productos: aceite virgen extra de cultivo ecológico, vino de cultivo ecológico y, ¿por qué no? más...


No había nada más Verdad y más nuestro, que la tierra, que el olivo. El trabajo y esfuerzo transmitido de generación en generación toma forma en este proyecto aún joven pero cargado de ideas e ilusión. Apostar por el mundo rural de una manera valiente y moderna. Sin miedo ni prejuicios. Poner las nuevas tecnologías, los procesos de producción innovadores y sostenibles al servicio de nuestro olivar y viñedo y trabajar por una producción cada día más sostenible es nuestra finalidad.

Sólo son pinceladas de nuestra historia, porque como todas las historias hay más, siempre hay mucho más, por eso te invito a que pruebes nuestro aceite, te acerques a nuestra sierra, te tomes un tiempo y eches la mente a volar.

.Finca Los Arenales.



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